La mayoría del tiempo vivimos de forma automática actuamos y
reaccionamos prácticamente de manera inconsciente. Es decir hemos perdido el control de lo
que pensamos y por lo tanto de muchas de nuestras acciones.

Es curioso ver cómo otras filosofías orientales
manejaban estos conceptos y recalcaban la importancia de enfocarse en la energía interior, en el ser vivo que realmente somo, y ahora son utilizadas como complemento en occidente
con el nombre de medicina alternativa o complementaria.
Volviendo al tema de cómo funciona la mente...
Para lograr este estado de plenitud es importante volver a
dirigir nuestra mirada al interior, al ser consciente e ir más allá de la
simple acción o actitud.
Antes de la acción tenemos la mente, la cual se encarga de
generar pensamientos, sentimientos, ideas, etc. La mente se encuentra
constantemente activa y es capaz de generar varios tipos de pensamientos. Desde
pensamientos positivos que nos dan felicidad y llenan internamente;
pensamientos útiles necesarios para la sobrevivencia, los cuales no tienen
mucho impacto en nuestro estado emocional; inútiles que funciona como un
enjambre mosquitos, los cuales a veces no parecen ser dañinos sin embargo nos
desgastan y desencadenan muchos otros pensamientos que nos perturban, causan
estrés y tensión; y los negativos, como la ira, la envidia, el rencor, la
dependencia, etc.

Por esto es importante fortalecer otra facultad interna
llamada intelecto, el cual es la capacidad de observarnos y discernir. Pues por
mucho tiempo hemos vivido con el intelecto dormido, por lo que la mente llega a
comportarse como un caballo desbocado.
Es decir si queremos volver a tener una mente serena es
importante dedicar tiempo a relacionarnos de manera positiva con el propio ser,
conocernos y darnos el amor y respeto que necesitamos. Es decir cuidar de
nuestro estado interior.
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